¿Existe la dependencia psicológica a las pastillas?

Sí, y podría causarte AÑOS de impotencia sexual DOLOR, SOLEDAD y DESESPERACIÓN. Esta es Mi Historia...

POR: Jenaro C.

No recuerdo exactamente la primera vez que ocurrió, pero sé que mis episodios de disfunción eréctil comenzaron alrededor de los 25 años.

Aunque podía tener una erección perfectamente funcional en los juegos previos, o durante la masturbación, la perdía poco tiempo después de la penetración, ya fuera porque cambiaba de posición, o porque el deseo desaparecía debido a que algo, me hacía perder la «CONCENTRACIÓN».

En ese entonces, recién había conformado mi hogar, pero al mismo tiempo, la vida laboral me demandaba mucho tiempo y altas dosis de estrés.

A pesar de ello, mi carrera pintaba prometedora, por lo que el sexo de calidad no era precisamente mi prioridad en ese momento, y nunca me detuve a pensar en que tan normales eran esos episodios de «flacidez», y ni mucho menos, en aceptar que el sexo en mi relación de pareja era por decir lo menos, mediocre.

oral mi sello personal

Así que, desde esa época, mis relaciones sexuales consistían principalmente en una buena dosis de cunilingus para hacer llegar primero a mi pareja, mientras que yo me masturbaba para mantener mi erección.

Luego, una vez que que mi pareja alcanzaba el orgasmo, la penetraba y terminaba rápidamente, porque sabía que si me demoraba demasiado, perdería la erección.

Incluso, había noches en las que me sentía tan inseguro, que evitaba la penetración y llegaba al orgasmo masturbándome.

Esta forma de tener sexo se convirtió en mi sello personal. Simplemente, no podía hacerlo de otra manera.

Mi pareja también se adaptó a este “estilo” de vida sexual (o por lo menos eso fue lo que creí) y por mi lado, decidí seguir ignorando el problema, y creer que era el maestro de la legua.

Y aparece la magia

Pasaron algunos años, y aparecieron las pastillas azules que, a pesar de ser un medicamento de prescripción, muchos boticarios lo vendían sin pedir receta.

Un día, con algo de temor y sin que ella se diera cuenta (pues esa pastilla era para «viejos e impotentes»), me decidí a probar.

Y, BOOM… ¡SUCEDE LA MAGIA!

En pocas palabras, esa fue una pastilla que abrió ante mí toda una serie de posibilidades sexuales.

Por primera vez, podía cambiar de posición, usar los muebles sexuales de los moteles, y hasta hacerlo de pie SIN TEMOR A PERDER LA ERECCION.

Lamentablemente, este nuevo «milagro farmacológico» no fue suficiente para salvar mi relación. Mi pareja ya había conocido a alguien, y ambos decidimos cortar por lo sano, y lo cierto es que la monotonía sexual fue el factor decisivo en el fracaso de dicha relación.

Por mal polvo

En otras palabras, me echaron por mal polvo.

no sólo de lengua vive la mujer

Porque, no te engañes amigo, si al igual que yo, te crees el «Oral Man-Master» cuidado, ¡no sólo de lengua vive una mujer!

No obstante, me quedaba el consuelo que, de ahí en adelante, mi vida sexual tendría otro sentido gracias a ese nuevo milagro farmacológico que había cambiado completamente mi vida sexual, y que pensaba aprovechar gramo por gramo.

¡Y así lo hice..!

Nuevo comienzo, y para «impresionar a las chicas», nada mejor que una «pastilla» antes de cada cita…

de nuevo en el mercado de los solteros

De nuevo me encontraba en el mercado de los solteros pero esta vez, recargado sexualmente y con mi nuevo poder: “las pastillas”.

Por esa época, ya era un medicamento genérico y podía conseguirse a muy bajo costo y, por lo tanto, podía comprar pastillas PARA TODOS LOS DíAS.

Así pues, tenía el acceso a un medicamento poco controlado, y de muy bajo costo que solucionó mi vida en términos de rendimiento sexual.

Con todas esas facilidades, ¿que podía salir mal?

y la cosa se puso mejor

¡Mis citas y el sexo marchaban sobre ruedas!

La única falla de las pastillas, era el riesgo de no tenerlas a mano cuando las necesitara.

Es más, estuve averiguando si existía un implante subcutáneo que suministrara el medicamento (igual que los anticonceptivos de las mujeres), para estar siempre listo, y de esta manera agregarle algo de espontaneidad a mi vida sexual.

Por supuesto, no encontré el medicamento en esa presentación.

Sin embargo, me divertía como loco y, lo mejor de todo, era que no tenía que preocuparme por sufrir episodios de disfunción eréctil, ni de tener que llegar rápido al orgasmo, para evitar el riesgo de perder la erección durante la penetración.

¡Todo era una maravillosa locura! 

Siempre y cuando tuviera mi pastilla milagrosa en el bolsillo, mi seguridad, autoestima y desempeño en la cama estaban asegurados.

Y para completar la dicha, acababa de iniciar una nueva y apasionante relación, pero…

una pastilla para cada cita

Si, había conectado con una bella e inteligente mujer con quien el sexo era espectacularmente bueno.

Todo fue tan intenso en esa relación que, pasados apenas tres meses, nos fuimos a vivir juntos.

Sin embargo, un incómodo secreto nublaba el sol en mi nuevo paraíso:

Ese rendimiento sexual que me hacía tan bueno en la cama, y que era el pilar más más importante de la relación, dependía exclusivamente de las «pastillas», y ella ¡NO lo sabía!

Así que, inmerso en un estado de negación, miedo a la perdida y, sobre todo, UNA PROFUNDA DEPENDENCIA PSICOLÓGICA, decidí mantener el secreto y llegué a la siguiente conclusión:

«Si no se da cuenta, todo estará bien»

¡TREMENDO ERROR…!

Además, también ignoré las consecuencias que podría traer para mi cuerpo, el tomarme una pastilla cada día, a pesar de que no había llegando siquiera a los 40.

Lo cierto es que, lo único que me importaba era mantener mi buen suministro de pastillas en todo momento, y evitar que ella se diera cuenta.

Para hacerlo, las mantenía en mi oficina y me tomaba una antes de llegar a casa.

Era totalmente inconsciente de que lo que estaba construyendo, era solo un castillo de naipes a punto de derrumbarse.

Y se derrumbó, y ¡de qué manera!

mi relación se derrumbó y de qué manera

Una mañana desperté con unas ojeras impresionantes, pero, lo más aterrador fueron unas protuberancias al interior de mis labios que al mirármelas en el espejo, vi que se trataban de unas ampollas negras, tan grandes y brillantes que parecían estar a punto de estallar.

Había desarrollado alergia al ingrediente activo de la pastilla, y todos estos síntomas fueron el resultado de una fuerte reacción, que por supuesto, me obligó a elaborar todo un libreto de mentiras para poder justificar dicho episodio a mi pareja.

¡Pero, justificarlo con mentiras no era suficiente…!

Todavía quedaba por resolver lo más importante, pues tarde que temprano debía irme a la cama con mi pareja y ya no podía contar con mis «pastillas»…

¿Con que demonios iba a reemplazar a mis pastillas?

Investigue medicamentos con otros ingredientes activos y diferentes laboratorios, pero, o sus componentes eran similares y podían causarme los mismos efectos secundarios, o resultaban extremadamente costosos como para mantener un suministro regular.

Esto significo que no podía seguir tomando pastillas y, finalmente tuve que confesarle este “secreto”, a mi pareja.

En un comienzo ella aceptó la situación.

Sin embargo, no tardó mucho en darse cuenta de la magnitud de mi problema, y de que aquel hombre viril que ella había conocido, simplemente no existía sin las pastillas, y no nos digamos mentiras; para TODAS LAS MUJERES, el sexo en una relación es algo FUNDAMENTAL, así digan que no.

Si una mujer te dice que el sexo para ella no es importante, lo que en realidad te está diciendo es que para ella, TÚ NO ERES IMPORTANTE SEXUALMENTE.

Por supuesto, y para no alargar el asunto, nuevamente todo llego a su final.

Así que, por segunda vez, estaba frente a un “nuevo comienzo”.

Sólo que, en esta ocasión, no podía contar con las pastillas para impresionar a las chicas, y el panorama que se presentaba ante mí, no era muy alentador en términos de relaciones y vida sexual.

SIN SEXO A LOS 40

¿Una vida sin pareja ni sexo a los 40?

No me resignaba, pero al no tener alternativas viables para reemplazar la pastilla mágica, me olvidé de las citas, lo que obviamente significaba no tener sexo normal, al menos hasta encontrar una solución.

Si, el temor a otra reacción alérgica a las pastillas sobrepasaba con creces mis deseos de tener una relación normal.

Así que mi vida sexual se vio limitada al porno, las pajas y a pagar masajes con final feliz que, por cierto, era la única manera en que podía ponerme duro con una mujer, por lo menos, en el 50% de las veces.

El otro 50% en que no lograba tener una erección lo suficientemente dura como para un final feliz, caía en depresión.

Por lo tanto, mi ansiedad se desbordó y en lo único que pensaba día y noche, era en que, no había llegado a los 40, y ya era un hombre impotente.

No sobra decir que aquella época estuvo llena de tremenda amargura y frustración.

Me aislé socialmente, a tal punto, que mi actividad social se limitaba al trabajo, y ocasionalmente, una salida con alguna que otra masajista, con quien entablaba algo parecido a una amistad.

Por lo demás, todo era depresión y soledad.

Así que, comencé utilizar mi tiempo libre en la realización de experimentos de prueba y error.

En dichos ensayos probé desde bebedizos anunciados por televisión (valga decir que lo único que hicieron fue subirme de peso), hasta cosas locas como ritos energéticos con baños de hierbas para «cerrarme», porque alguien me aseguró, que el problema era que me estaban haciendo brujería.

una luz al final del túnel

Definitivamente había tocado fondo, pagaba por finales felices, y probaba cuanta cosa ridícula se atravesaba en mi camino…

Sin embargo, fue gracias a esa búsqueda obsesiva, que por fin me topé con una luz al final del túnel.

Si, ahí estaba, en la pantalla de mi pc, donde pasaba horas buscando una solución real…

Un articulo que hablaba de efectivo potenciador que se habia desarrollado en Tanzania, tan eficaz que los urólogos lo estaban prescribiendo como una solución a los porblemas de erección en hombres de cualquier edad. 

Pero habia un problema, la solucion estaba en Tanzania…

Pero el que quiere puede, y esta fue la solución.

Tengo 55 y lo hago SIN PASTILLAS porque NO LAS NECESITO, y lo más importante; tengo una relación sana, plena y SIN MENTIRAS.

Incluso, ella conoce acerca de este programa, mi historia, y me ayuda a mantener este sitio para llegar a miles de hombres en la misma situación.

Me siento libre, pero, sobre todo, soy nuevamente un hombre seguro de mí mismo, en todos los aspectos de mi vida.